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“Estirón” de ballena azul, por cambio climático

Según científicos, la era glacial pudo ser el detonante para que este mamífero acuático alcanzara una longitud colosal

REDACCIÓN

Los océanos ocupan tres cuartas partes del planeta, contienen 97 por ciento del agua de la Tierra y en ellos habita una especie catalogada como el animal más grande del mundo: la ballena azul.

Esta especie alcanza en promedio de 26 a 30 metros de longitud; sin embargo, llegó a convertirse en gigante hace sólo unos tres millones de años.

De acuerdo con una investigación estadounidense, mucho se ha debatido sobre la razón por la que las ballenas se convirtieron en animales colosales, algunos expertos sugieren que sería porque comen cantidades grandes de comida, mientras que otros estiman que se agrandaron para defenderse de los tiburones y otros depredadores.

Un equipo de científicos examinó el registro fósil de ballenas barbadas, animales que se alimentan por filtración y mismo grupo al que pertenecen las ballenas azules, y encontraron que éstas fueron relativamente pequeñas la mayor parte de su existencia evolutiva.

Nicholas Pyenson, del Museo Nacional del Instituto Smithsoniano de Historia Natural en Washington; Graham Slater, de la Universidad de Chicago, en Illinois, y Jeremy Goldbogen, de la Universidad de Stanford en Palo Alto, California, estudiaron cráneos de 63 especies de ballenas extintas y de 13 modernas y los datos revelaron que estos cetáceos misticetos no eran muy grandes hace más de 30 millones de años, sino que posteriormente se agrandaron moderadamente a 10 metros de largo y permanecieron así hasta hace 4.5 millones de años.

Más tarde, las ballenas barbadas pasaron de “relativamente grandes a descomunales”. En la actualidad las ballenas azules miden hasta 30 metros.

Los científicos observaron lo que ocurría en el mundo en el momento del cambio y descubrieron que el “estirón” de las ballenas coincidió con el inicio de las primeras edades de hielo.

A medida que los glaciares se expandieron, los océanos se llenaron de nutrientes, impulsando el crecimiento explosivo del krill (pequeños crustáceos) y otros animales que son alimento favorito de las ballenas; es decir, los mares se convirtieron en un “paraíso de comida”, indican.

Explican que ello creó un nuevo patrón de disponibilidad de comida, muy abundante en el transcurso del año, lo cual favoreció su mecanismo de alimentación por filtración, contribuyendo a su colosal evolución.

Estudios del comportamiento moderno de la alimentación de las ballenas demostraron que la alimentación por filtración es particularmente eficaz cuando las ballenas tienen acceso a conjuntos muy densos de presas, señala que la estrategia de forraje se hace aún más eficiente a medida que aumenta el tamaño del cuerpo.

Las especies de ballenas más pequeñas, que anteriormente habían persistido, comienzan a extinguirse dentro de los últimos tres millones de años, justo al mismo tiempo en que las gigantes comienzan a aparecer, afirman los científicos.

Las grandes ballenas incluso pueden migrar miles de millas para aprovechar los abundantes suministros de alimentos estacionalmente. Por lo tanto, los científicos creen que los sistemas de alimentación por filtración de los cetáceos barbados, que evolucionaron hace unos 30 millones de años, parecen haber establecido el escenario para mayores incrementos de tamaño una vez que las ricas fuentes de presas se concentraron en lugares y épocas del año.

Todo apunta a un cambio importante en el medio ambiente, la aparición de las edades de hielo al final del periodo del Plioceno y el inicio del Pleistoceno, estiman.

INVESTIGACIÓN

Se examinaron fósiles de ballenas barbadas (como la ballena azul) y determinaron que no eran del tamaño de las actuales.

Científicos descubrieron que el “estirón” de las ballenas coincidió con el inicio de las primeras edades de hielo.

A medida que los glaciares se expandieron, los océanos se llenaron de nutrientes, impulsando el crecimiento explosivo del krill (pequeños crustáceos), alimento favorito de las ballenas.

Las especies más pequeñas, que anteriormente habían persistido, comienzan a extinguirse dentro de los últimos tres millones de años, justo al mismo tiempo en que las gigantes comienzan a aparecer.