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Kuroki : Construiré el jardín más bonito del mundo para ti.

 

Kuroki sabía que un ramo de flores no bastaría para expresar su amor, necesitaría muchas flores más.

El señor Kuroki y su amada esposa contrajeron matrimonio siendo muy jóvenes y se han mantenido a través de los años firmes en la promesa que mutuamente se hicieron aquel día sobre cuidarse, respetarse y amarse hasta el último suspiro de vida.

Desde el comienzo de su relación, la unida pareja se mudó a Shintomi, en la prefectura de Miyazaki – Japón, donde constituyeron su hogar, en el cual tuvieron a sus dos hijos.


El paso del tiempo es inexorable y la enfermedad tarde que temprano toca a la puerta.
Luego de llevar una vida sana, sencilla y tranquila para la esposa del señor Kuroki las cosas cambiaron repentinamente tras ser diagnosticada con diabetes, lo cual con el tiempo la llevó a perder la visión.

En ese momento la mujer perdió la alegría, sentía que si no podía ver el mundo era poco lo que le quedaba por disfrutar, pues amaba salir al frente de su casa, cuidar de su jardín, ver los atardeceres y cuidar de su familia; ahora todas esas cosas habían quedado atrás.

El señor Kuroki, se preocupó muchísimo de ver a su esposa tan triste y desanimada, pensaba durante noches enteras cuál sería la mejor forma para devolverle la alegría, intentó varias cosas, pero nada daba resultado, ella seguía melancólica, silenciosa y distante.

Un día se le ocurrió que unas flores tal vez la podrían alegrar, inmediatamente cayó en cuenta que la mujer lamentaría el no poder verlas y eso le arruinaría el día, pero entonces cayó en cuenta que si bien los colores de las flores son una de las cosas más bellas que la naturaleza nos regaló, el aroma no se queda para nada atrás.

Sin embargo, existía un problema, sentía que un ramo no sería para nada suficiente para hacerla olvidar sus penas.

En ese momento, comenzó un proyecto lleno de amor y dedicación que tan sólo culminaría hasta dos años después.

 

Construiré el jardín más bonito del mundo para ti.
El señor Kuroki consiguió con prontitud una semilla llamada shibazakura, una flor muy reconocida en Japón, no sólo por su esplendido color rosa, sino por su maravilloso aroma. Empezó plantando algunas pero con el paso del tiempo aumentó y aumentó la cantidad, sentía que ninguna era suficiente para transmitirle a su esposa cuanto seguía amándola y lo deseoso que estaba de volverla a ver sonreír una vez más, como antaño.

Cuando el señor sintió que ya había plantado suficientes flores como para que su esposa pudiera percibir el olor, la llevó afuera de la vivienda y le presentó su nuevo jardín. A ella le tomó algunos minutos percibir el aroma, pero poco a poco se dejó envolver y los olores volvieron a llenar su vida de color.

Ahora ella está de nuevo feliz, sale a tomar todas las mañanas el sol acompañada de su esposo, hablan, recuerdan su vida juntos, él le describe lo que ve y ya en su mente se lo imagina todo en medio del delicioso aroma de las flores.

Al cabo de dos años su jardín se ha convertido en un atractivo turístico de la región, pues nadie se quiere perder la belleza del lugar, alimentada por la emotiva historia de amor que se esconde detrás de cada una de las hermosas flores.

Fuente: https://www.dailymail.co.uk/news/article-3453325/The-romantic-flower-garden-world-Husband-plants-thousands-pink-blooms-people-come-spend-time-blind-wife-didn-t-feel-lonely.html