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Jueves 28 de Marzo 2024

La calle es tu gym

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27 de Julio 2018

¡Usemos la infraestructura urbana que nos permita tener mejor salud!

Hace dos meses me di cuenta de que estaba subiendo de peso…

¡otra vez! Así que me levanté muy decidida una mañana y me enfilé hacia el gimnasio más cercano. Estaba buscando un lugar donde dieran clases de twerk (sí, ese baile sensual al que fuera del mundo fitness, en un antro, llaman perreo) pero no había y a lo más que podía aspirar era a una clase de “ritmos latinos” que al menos sonaba más divertido que irme a hacer zumba junto a mis vecinas a lado de la lechería Liconsa.

Sin embargo, y para no variar conmigo, mis buenas intenciones me duraron lo que me tardé en llenar el formulario de inscripción y dar mi tarjeta de crédito para pagar una mensualidad que jamás usé.

No soy la única, de hecho hay mucha gente que paga incluso de manera domiciliada el gimnasio y nunca va, o lo hace de vez en cuando. Tras superar el dolor en el codo derivado de tan irresponsable gasto, decidí darle una oportunidad a los gimnasios gratuitos que hoy abundan en parques y bajopuentes en nuestra ciudad.

La verdad es que hace ya siete años, cuando estaba de viaje en Río de Janeiro, sentía envidia porque en la playa de Copacabana había gimnasios totalmente gratuitos para quien quisiera usarlos ¡y estaban llenos!

En ese entonces por acá no había gimnasios así, pero fue poco tiempo después de que volví de Río que pusieron uno en el Parque México, muy cerca de mi casa.

Aunque sí estaba cerca, lo cierto es que no estaba a lado, es decir, yo vivía en la colonia Roma, cerca pero no tanto como para que no me diera exactamente la misma flojera que ir a cualquier otro gimnasio.

Hoy vivo mucho más cerca de otro que está también en un parque público de lo que cariñosamente llamamos “hipsterland” y como castigo a mi irresponsabilidad financiera, me impuse el acudir a probarlo. La sorpresa ha sido grata pues casi siempre hay gente, música, los aparatos están muy bien cuidados y todos los vecinos, sin importar edad o género, los utilizan a diario.

Somos un país con serios problemas derivados del sedentarismo y los malos hábitos alimenticios. La causa número uno de muertes en personas adultas son las enfermedades cardiovasculares y la segunda, es la diabetes.

Provengo de dos padres que padecen hipertensión y diabetes, además de que jamás he sido delgada. Siempre he estado en ese límite entre lo normal y el sobrepeso. A veces siento que respiro y subo un gramo. Por eso es que creo que lo mínimo que puedo hacer es agradecer el vivir en una ciudad que cuenta con la infraestructura para ejercitarme sin tener que pagar por ello. Lo mínimo que le debo a mis hijos es cuidar mi salud, para que en un futuro, mis enfermedades no terminen por convertirse en un problema para ellos también.

La ciudad puede ser una fiesta si nos proponemos que así sea. He visto gente ejercitándose lo mismo en el Parque México o Parque España, en la Condesa, que en el Cerro de la Estrella o Santa María Aztahuacán, en Iztapalapa o en la colonia Estrella, en la Gustavo A. Madero. Incluso, para los amantes de los deportes acuáticos, recientemente se remodeló y se reabrió al público la alberca del Bosque de Aragón.

¡Usemos la infraestructura urbana que nos permita tener mejor salud! Nuestros cuerpos y también el presupuesto de salud pública, nos lo agradecerán.